Mi cuento…

 Allá en la época de los 70, fruto del amor de Manuel, Ancuyano y Micaela, Sandoneña, nació el noveno niño de cuatro hermanos y seis hermanas, llamado Silvio “El guardián de los bosques”. Vivía en el campo, en la veredita Los Guaduales, de un territorio llamado “Mocoa”, de la hermosa República de Colombia. Mientras caminaba por los cañaduzales a dejar la merienda a los peones, sus días pasaban, jugando cucunuba. Él creció siempre observando hermosas aves y maravillosas mariposas de mil colores, luego se refugió en el bosque encantado de duendes, brujas y en los cristalinos ríos del Churumbelo. Ingresó a una escuelita muy bonita, siempre las calificaciones de su libreta de la escuela eran de tinta roja y azul, obra maestra de los juegos de su niñez. Aprendió desde pequeño a rayar sus cuadernos, costumbre que conservó, hasta penetrar en la magia de los colores, pinceles y lienzos maravillosos, que deslumbran la imaginación de su universo. En el silencio de sus risas pasajeras sanadoras logró encontrar un estilo propio, que le llamó “Nido de Pájaro”, esta forma de pintar básica e improvisada le ha permitido hallar figuras en los nidos de las aves, que se han tejido con chamizas de la bella naturaleza y logró que en sus trazos germinen figuras insospechadas. Cuentan algunas lenguas lejanas, que sus pinturas son raras, que no tienen figura, otros se apasionan por sus colores y sus formas escondidas, es el misterio de su arte. Ahora Silvio se encuentra dentro de ese hechizo cultural y natural, con el propósito de dar a conocer el mensaje y los secretos de otros mundos.

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